Año Nuevo, Vida Nueva

Todos corren, todos hablan, todos se quejan, todo es un caos, todo está mal organizado, todo está en tu contra, todo te parece complicado, todo... todo... todo... Al final ese todo pierde su esencia y su razón de ser. "Todo" significa sin excepción, sin "pero", sin nada que se salga de la definición, y normalmente eso no es así. "Todo" te incluye a tí, eterno quejica. Eres parte del todo. Si todo es una mierda, eso te incluye a tí, idiota.

Pero lo que es peor, es que esos pensamientos negativos te pueden, quieras o no. Te cambian el humor, te cambian tu forma de ser, te vuelven un ser gris y repulsivo, te anulan. Encierran tu ser en una coraza que se endurece, que te presiona, que te dificulta los movimientos. Te quedas anquilosado, varado en tu sitio, sin esperanzas de que suba la marea para poder navegar otra vez.

Lo sé porque me estaba pasando. Me estaba encerrando otra vez. Me estaba dejando ir en medio del fondo gris de mi vida. Era cómodo. No tenía sobresaltos, no me agitaba, no me agobiaba... Sobrevivía. Justo lo contrario que intentaba hacer. Me había propuesto vivir en lugar de sobrevivir. Y me estaba conformando con sobrevivir en lugar de disfrutar de cada momento.

Creía que estaba haciendo bien las cosas, intentando estar tranquilo, en paz, buscando un equilibrio que hacía tiempo que perdí. Pero me pasé. Confundí lo que estaba haciendo. No es fácil descubrir si el equilibrio sucede porque tienes el mismo peso en los dos platillos de la balanza, o porque estás tan hundido que arrastran por el suelo. Y eso era lo que estaba pasando.

Otra vez a empezar...