El escorpión

Un escorpión quería cruzar un río, así que como no sabía nadar, preguntó a una rana si podía llevarlo a su espalda.
- ¿Crees que estoy loca? - dijo la rana - Cuando estemos a mitad de camino me picarás y moriré.
- No estoy tan tonto - replicó el escorpión - Si te pico cuando estemos en el río, yo también moriré.
Esto conveció a la rana que accedió a llevar al escorpión a su espalda. Pero cuando llevaba cruzado la mitad del río, el escorpión picó por sorpresa a la rana.
- ¿Qué has hecho? Me has picado y ahora moriremos los dos.
- Lo sé, pero soy escorpión, y esta es mi naturaleza.

Hay muchas veces en las que me he lamentado de sentirme como la rana, que cerraba los ojos inocente ante la realidad que no entendía y no aceptaba porque no se ajustaba a lo que sus oídos creían percibir. Pero ahora me siento como el escorpión, que piensa que su propia naturaleza justifica el daño que pueda provocar a quienes le rodean, y eso es peligroso para los demás. Creo que debo quedarme en cuarentena una temporada.

Unas cuantas verdades

- ¿Por qué aguantaste tanto?

Casi parecía que la pregunta me golpeara la cara como un bofetón. No me la esperaba. Siempre que surgía algún problema con mi ex, me había parecido tan evidente que había que aguantar, que el plantearme simple y llanamente que aquello debería tener un límite desmontaba todos mis esquemas. Y aún ahora que me he propuesto simple y llanamente no llegar nunca al límite y plantarme mucho antes, me doy cuenta que una cosa es proponerse hacer las cosas, y otra muy distinta hacerlas.

- ¿Cómo dices?

- Es muy fácil: notabas que no estabas bien con tu ex; que sin entrar a discutir las razones, aquello no iba a ningún lado; y sin embargo seguiste adelante… ¿Por qué?

¡Já! Ahora sé que aquello estaba mal encaminado y viciado desde el principio, pero hubiera querido saber si se podía ver antes, metido en el follón, cuando no sabes absolutamente nada que no sea lo que estás haciendo, porque te falta algo con lo que comparar, porque en tu infinita bondad pecas de buenazo-tonto, porque tu poder racional te dice que a lo mejor estás equivocado y encima te sientes culpable por pensar en ti…

- Bueno, lo he descubierto ahora. Más vale tarde que nunca.

- ¡Vaya consuelo! Has perdido la porra de años por no darte cuenta de ello, y nadie te los va a devolver.

- Ya lo se. Pero las relaciones personales nunca son fáciles. Pensaba que debían ser así, trabadas, complejas, con mucho vaivén. ¿Cómo podía diferenciar un problema puntual de un cataclismo?

- Jo, pues preguntando, hablando, comentando, ¿no? Es lo que hacemos todos.

Y por primera vez, creo que ahí estaba, delante de mis narices, la solución… Hablar, contar,… Y como no podía ser menos, también apareció la fría garra del miedo apretándome las entrañas sólo de imaginarlo…