Unas cuantas verdades

- ¿Por qué aguantaste tanto?

Casi parecía que la pregunta me golpeara la cara como un bofetón. No me la esperaba. Siempre que surgía algún problema con mi ex, me había parecido tan evidente que había que aguantar, que el plantearme simple y llanamente que aquello debería tener un límite desmontaba todos mis esquemas. Y aún ahora que me he propuesto simple y llanamente no llegar nunca al límite y plantarme mucho antes, me doy cuenta que una cosa es proponerse hacer las cosas, y otra muy distinta hacerlas.

- ¿Cómo dices?

- Es muy fácil: notabas que no estabas bien con tu ex; que sin entrar a discutir las razones, aquello no iba a ningún lado; y sin embargo seguiste adelante… ¿Por qué?

¡Já! Ahora sé que aquello estaba mal encaminado y viciado desde el principio, pero hubiera querido saber si se podía ver antes, metido en el follón, cuando no sabes absolutamente nada que no sea lo que estás haciendo, porque te falta algo con lo que comparar, porque en tu infinita bondad pecas de buenazo-tonto, porque tu poder racional te dice que a lo mejor estás equivocado y encima te sientes culpable por pensar en ti…

- Bueno, lo he descubierto ahora. Más vale tarde que nunca.

- ¡Vaya consuelo! Has perdido la porra de años por no darte cuenta de ello, y nadie te los va a devolver.

- Ya lo se. Pero las relaciones personales nunca son fáciles. Pensaba que debían ser así, trabadas, complejas, con mucho vaivén. ¿Cómo podía diferenciar un problema puntual de un cataclismo?

- Jo, pues preguntando, hablando, comentando, ¿no? Es lo que hacemos todos.

Y por primera vez, creo que ahí estaba, delante de mis narices, la solución… Hablar, contar,… Y como no podía ser menos, también apareció la fría garra del miedo apretándome las entrañas sólo de imaginarlo…

2 comentarios:

Ligeia

10 de febrero de 2009, 16:59

Las cosas aparecen cuando menos se las espera uno

El color del viento

25 de febrero de 2009, 21:41

En mi caso, yo aguanté tanto porque me autoengañaba constantemente, no sé si era instinto de supervivencia o la inexperiencia de las experiencias anteriores.
Afortunadamente ahora me doy cuenta y nunca es tarde para seguir aprendiendo y disfrutando de uno mismo.