Confesión (I)

Nunca me arrepentiré de lo que hice. Nunca. Lo hice porque quería hacerlo, y estaba convencido de que era lo que tenía que hacer. Ahora, visto en perspectiva, creo que me equivoqué al aguantar tanto, al permitir tanto, al poner tanto de mi parte para que funcionara. Corregir es de sabios, dicen. Pero nadie ha dicho nada de arrepentirse. Así que no me arrepiento. Lo hecho, hecho está. Y no se puede cambiar.

Cuando te lloran en el hombro, te sientes alagado por ser tú, y no otro, en quien confíen. Piensas que tienes que aguantar lo que venga porque de lo contrario, ¿qué pensará? Me pide ayuda y no estoy. No, eso no puede ser. Y lo aguantas. No le das importancia. Es lo que debe ser.

El siguiente paso, sobre todo si el lloro-en-el-hombro viene por alguna influencia tuya, es un cierto chantaje emocional. ¿No ves como estoy? Claro que lo veo ¿No te parece que ya lo hemos pasado bastante mal? Claro ¿Piensas lo mismo? Sí ¿No das tu brazo a torcer? No. Escudándose en su mal momento, o sus horas bajas, o como lo queramos llamar, te intenta hacer cambiar. Es ciertamente desagradable. Lo dejas pasar porque crees que es parte de los nervios, el estrés y la ansiedad de la situación. Ya se le pasará, piensas.

Pero no se le pasa. Y vienen los desplantes, las salidas de tono, las discusiones, los malos rollos. Como dije al principio, aguantas porque quieres que funcione, y porque estás convencido de que es lo que debes hacer. Ves venir las bofetadas y no sólo no te apartas, sino que pones la otra mejilla. Te mandan a paseo y no te vas, sino que te acercas más. Estás inseguro porque te lo replanteas todo, absolutamente todo. ¿Debo aguantar? ¿Es mejor que no lo haga? ¿Debo pensar en mí? ¿En los dos? El miedo y la aprensión a corto plazo te superan. La presión se hace insostenible.

Y al final, después de muchos años, cualquier tontería más o menos inocua hace saltar todos los resortes de lo poco que quedaba en pié, lo mandas todo a paseo, y tiras por la ventana todas tus ilusiones, todos tus proyectos, toda tu vida futura imaginada, todo aquello que daba sentido a tus actos. Y te separas.

No puedo negar que no he creído posible estar tan triste como ahora estoy yo, pero me encuentro infinitamente más tranquilo.

2 comentarios:

Importa mi nombre?

14 de julio de 2008, 21:30

No se si habrá "Confesión (II)" o "Confesión (III)". Tiempo al tiempo.

mas de mi que de... lirio

15 de julio de 2008, 14:50

Este comentario ha sido eliminado por el autor.