Cosa de dos

Me crucé con ella ayer, en la calle, sin que ninguno de los dos se lo propusiera, dos transeúntes anónimos en la ciudad, cada uno a lo suyo, sin más ánimo que acabar pronto sus asuntos y volver a sus casas. Pero allí estaba, frente a mí, en la otra acera, a punto de cruzar el mismo semáforo que yo pero en sentido opuesto.

Era la reencarnación de todo lo que he estado buscando. Su figura y su forma de andar y moverse decían todo aquello que había en su interior. Seguridad, carácter, ternura, delicadeza, firmeza. Todo junto, en su justa medida, en su justo momento. Sabía como era, como pensaba, como opinaba, como reía, como besaba, sin ni siquiera haber intercambiado una palabra con ella.

Dicen que en el justo instante de tu muerte, toda tu vida pasa ante tus ojos como una película a una velocidad endiablada. En aquel momento pasó ante mis ojos toda nuestra vida imaginada, los dos juntos, todo como una cascada de imágenes desbordada ante mis ojos: risas, abrazos, peleas, desayunos, alegrías, viajes, caricias, cenas, sexo, masajes, besos, charlas, tristezas, …

Me miró. Fue un momento maravilloso. Creí desfallecer. No pude apartar los ojos. Soplaba un poco de brisa, así que el ademán que vi no se si era para apartarse el pelo de la cara o de desprecio porque se había dado cuenta de mi mirada. Pasó cerca de mí sin detenerse, con paso firme, la mirada al frente. Después desapareció entre el gentío.

Y allí me quedé, desconsolado y fuera de lugar, como siempre, sin saber si seguirla o continuar con lo que quiera que me hubiera llevado hasta allí, que ya había olvidado lo que era. Indeciso y acobardado. El sonido del claxon de un autobús que casi me atropella sirvió para devolverme a la realidad. Volví a ser el de siempre, indeciso, tímido, miedoso, una persona gris en medio de un mundo gris.

Esto es sólo una anécdota, pero sirve para ilustrar más o menos lo que pasa cuando no eres el hombre de la vida de la mujer de tu vida.

4 comentarios:

Anónimo

18 de abril de 2008, 8:08

Desolador. Aunque sea mucho más fácil dar un consejo que realizarlo, deberías de haberle hablado, no seguirla, sino abordarla, decirle quién eres, me gustas, tomemos algo, no puedo vivir sin ti, ... si te vuelve a pasar, inténtalo. Lo peor que puede pasar es que te ignore, y no estarás peor que sin haberlo intentado.

Ligeia

18 de abril de 2008, 22:22

Vaya, me hace pena que te sintieses así. Tal vez deberías hacer lo contrario de lo que normalmente harías, es mi receta desde hace un tiempo y parece que las cosas van mejor: nunca iba al cine sola y en un poco más de un mes he ido a ver 5 películas. Llevo la cámara en el bolso y voy haciendo fotos a todo aquello que me llame la atención, a absolutamente todo, No sé si será una buena actitud, es la que he decidido tener... Suerte en tu camino, cualquier día te cruzas con la Srta. Felicidad.

Un saludo

Importa mi nombre?

19 de abril de 2008, 12:42

Neander, gracias por el consejo, pero me es más difícil de lo que te crees.

Ligeia, cada persona es un mundo. Yo siempre hago lo que me nace e intentar hacerlo al contrario me supondría un esfuerzo increíble. Pero me alegro por tí si te sirve. Adelante.

Anónimo

22 de mayo de 2008, 12:25

Nos perdemos muchas cosas por no saber dar ese primer paso, pero en este caso no soy nadie para hablar, pues quiza soy la persona menos decidida que pisa este mundo.

La vida nos da cosas buenas, pero por nuestra ignorancia la mayoría las perdemos.

Un beso, simplemente yo.