El carrusel de las horas bajas

La vida gira como un carrusel desbocado al que tú no has podido subir. Te quedas en tierra, frustrado, llorando, desesperado porque crees que ese viaje es el último, y te vas a quedar sin probarlo. No desesperes, que habrá otro viaje para tí. Cómo puedo saberlo. No puedes, simplemente confía en ello. He confiado muchas veces y nunca ha pasado, no lo he podido probar. Si no confías, te irás y entonces a lo mejor te lo pierdes.

Y por eso te esperas, viendo nervioso que las horas pasan, el carrusel sigue cargando gente que ríe y se divierte, y tú sigues en tierra viendolos pasar e imaginando que eres quien ríe. La ilusión de ese sueño devuelve la sonrisa a tu rostro. La posibilidad de subir te da fuerzas para seguir.

Pero el sueño pasa pronto porque no puedes abstraerte a lo que ves, porque piensas que no es justo que otros puedan y tú no, porque crees que todos debemos tener las mismas oportunidades. Iluso de tí, la Naturaleza es cruel y despiadada. La expresión "la ley de la selva" es perfecta para describir esa situación sin más normas o moral que la del más fuerte, o el más listo. Y no eres ni suficientemente fuerte. Ni suficientemente pillo. Y sin maldad. Eres peor que una gacela, eres un paquete de carne cruda con la etiqueta "Comida para Leones" escrita en la frente.

Al final se hace de noche y no puedes subir, te tienes que ir a casa con las lágrimas rodando por las mejillas, la frustración de haber fallado una vez más, y la firme convicción de que nunca conseguirás un billete para la felicidad que otros, más afortunados que tú, saborean constantemente hasta derrocharla.

Ver que tus deseos no se hacen realidad es mucho más doloroso que cualquier pérdida que uno se pudiera imaginar. Todo aquello por lo que vale la pena luchar se desmorona como un castillo de naipes en cuanto la vida, con su agudo sentido de la inoportunidad, provoca un ligero soplo de aire.

Me duele. Me duele mucho. Me duele como ninguna otra cosa antes.

1 comentarios:

Anónimo

22 de mayo de 2008, 12:49

Solo tu eres el que puede poner remedio a ese dolor.

Un beso, simplemente yo